El pintor

comentariopontorrepo6Las primeras pinturas de Emilio Fernández-Galiano que conocí fueron unas caricaturas que daban vida a unos chistes gráficos en una revista gremial de Zaragoza. Eran los años ochenta del pasado siglo, y sirvieron para que descubriera una faceta para mí entonces desconocida de una joven que conocía del veraneo en la ciudad medieval de Sigüenza. No se trataba, como entonces creí, de una vocación tardía al estilo San Ignacio de Loyola, ni del desarrollo de un pequeño hobby con el que disfrutar las horas muertas del hacer diario. Emilio, a lo largo de su todavía joven vida, ha dado buenas muestras de cual su gran vocación, tal vez estimulada por la educación recibida en el madrileño colegio de Santa María de los Rosales, en donde cursó sus estudios preuniversitarios, y en cuyo horizonte educativo tenía fuerte presencia el interés por el desarrollo de las artes. Los comienzos no fueron precisamente prometedores, cuando con siete años fue agraciado en una rifa colegial con una enorme caja de pinturas…que cambió inmediatamente por una gran bolsa de caramelos… Pero los años fueron pasando, y durante el bachiller tuvo como maestro al pintor José Luis Cantero, que dejó una imborrable huella en el alma del estudiante, y allí, gracias a Lourdes Amigo, profesora de Historia del Arte, le fue dado a conocer el Museo del prado, al cual acudían los alumnos todos lo miércoles por la mañana durante el curso en que la asignatura era estudiada.

Las enseñanzas recibidas ayudan a despertar la vocación, por lo que al terminar el bachillerato propone realizar los estudios de Bellas Artes, algo que a Don Antonio, el padre, catedrático de Derecho Natural y Filosofía del Derecho, galianoobra[1]parece un sinsentido, (si de su padre aprendió el compromiso por los grandes valores humanos, fue su madre, que también hizo sus pinitos pictóricos, quien le enseñó a amar el arte) por lo que Emilio se nos convierte en abogado, sin renunciar a la pintura en ningún instante. De hecho alternó, a veces sustituyó, sus clases de Derecho con las de pintura en academias privadas de Madrid. De entonces nos queda un magnífico retrato a grafito de su padre, realizado a los veinte años, que éste mantuvo toda su vida en su despacho. Pronto comienza a colaborar con diversas publicaciones e instituciones practicando diversas suertes del viejo arte. Así, aparecieron dibujos suyos en las revistas de Madrid As Color, ya desaparecida, y en Auto 1. El cambio político ocurrido en España a fines de la década de los setenta le proporciona la oportunidad de colaborar haciendo carteles en la transición para las fundaciones Humanismo y Democracia y Concepción Arenal. Más tarde, los avatares del trabajo le destinarán en los años ochenta a la capital de Aragón, en donde comienza a dibujar en corporaciones y fundaciones diversas, revistas gremiales, en el Heraldo de Aragón y en el Periódico de Aragón, diarios en los que publicaba un chiste político diario, elautorpportadaconvenientemente festejado en la comunidad aragonesa. En estos tiempos baturros, a la edad de veinticinco años y bajo la dirección artística de Jose Alcoceba, ve publicada en la portada del relanzamiento de la revista Sal y Pimienta una caricatura de la cantaora Lola Flores dedicándole un especial saludo a Hacienda… Son años en que su dedicación es prácticamente absoluta por la caricatura y el dibujo. No resultaba extraño verle en alguna ocasión en París con motivo de algún viaje de placer haciendo la competencia a los caricaturistas de Montmartre. Sus dibujos rebosan a raudales ironía y humor, en los que nuestro hombre reconoce la ayuda que para estos fines supuso el conocimiento de la obra de Norman Rockwell, ilustrador, dibujante, fotógrafo y pintor norteamericano de principios del siglo XX, ilustrador de innumerables revistas en su país. Para finales de la década Emilio se había ganado un prestigio que le iba a impulsar la vuelta al óleo.

 Efectivamente, los años noventa le suponen un retorno a los tiempos antiguos: de nuevo residencia en Madrid, y de nuevo a tomar el pincel. La pintura se desarrolla a partir de entonces a través de retratos, paisajes urbanos y tauromaquias preferentemente, sin olvidar la paisajística o los bodegones. Destacan los retratos de personajes seguntinos y encargos particulares, como los del economista Luis Blázquez o el librero Luis Sancho, a los que consigue dotar de vida captando al máximo su expresividad, o los empresarios José Antonio León y Eduardo Fernández-Cuesta, o el torero José Tomás. Las figuras taurinas recogen momentos de brillantez en la ejecución del pase natural, y los paisajes urbanos ofrecen una imagen de vida y fluidez, como en Callao o Central Park. Los cuadros de Galiano responden a una concepción posimpresionista, en los que la forma supera la
mera apariencia, abunda la expresividad de los objetos y las formas humanas, con utilización viva de los colores que permite, en el contraste entre los mismos, definir más concretamente los elementos del cuadro. Aporta también fuertes influencias del realismoPintoryjoselito_1
moderno, traídas de la mano de los más destacados representantes del movimiento, entre los que destaca el admirado Antonio López. La pintura de Velázquez, Goya, Monet o Abelló están presentes en la obra del artista, así como la del genial valenciano Joaquín Sorolla, cuya presencia en algunas imágenes marinas es notoria. De todas las obras que ahora por primera vez expone Emilio, el retrato de su hijo Emiche, de pequeño, es la que en mi modesta opinión destacaría por encima.

Tal vez el amor de padre le haya permitido
captar en toda su intensidad la pequeña personalidad que representa. Acaso estemos ante la más impresionista de sus creaciones, (impresionismo tardío), presentando una imagen de menor concreción, casi integrada en el entorno, a su vez escasamente materializado. 

Así pues, de vocación tardía nada. La vocación antigua va incluso en aumento, ocupando cada día más y más horas en la actividad del artista, anunciando quizás un futuro de plena dedicación. Recientemente Alicia Davara y Lorenzo de Grandes le dieron el reconocimiento público al incluirle en su libro Pintores de Sigüenza junto a otros dignos artistas de la región.

 

En la actualidad colabora en la revista Luna y Sol de Madrid, en el periódico El Afilador de Sigüenza, ciudad en la que ha realizado los logotipos de diversas peñas festivas.
Y ya que hablamos de logotipos, señalar que ha diseñado multitudde los mismos en diversas empresas e instituciones públicas, siempre desinteresadamente, como así lo ha venido haciendo con la mayor parte de sus obras, habiéndose presentado recientemente al concurso de la Administración Pública para el logotipo «Gobierno de España». Toda una biografía artística que ahora se abre paso la de este amigo para quién pintar es un refugio, una terapia para aquellos momentos en los que se busca descanso y soledad que permiten al individuo olvidarse de cuanto rodea.

comentario_1SIGÜENZA TIENE QUIEN LA PINTE Contaba Josep Plá en 1919 que en Sigüenza hay obispo, una enorme catedral, muchos conventos, dos o tres familias nobles y…si todavía  habitase entre nosotros añadiría un excelente pintor. La ciudad siempre estuvo blindada por la literatura de alto nivel y necesitaba venirse arriba incorporando un pintor con musculatura artística. Lo está consiguiendo con Emilio Fernández-Galiano, el que mejor ha retratado la ciudad en su paisaje y paisanaje. Me fascina su Alameda, el camarero de Hermanos Sánchez, todo un clásico de la fauna local, y el torero José Tomás (nadie ha retratado al artista de Galapagar como él) y toda esa colección de retratos del “gotha” seguntino. Estamos ante un excelente retratista y un gran pintor y en  su obra detecto claras influencias de lo mejor de nuestro realismo moderno.No es de extrañar que esos dos legitimadores del arte de Sigüenza,  Alicia Davara  y Lorenzo de Grandes, hayan incorporado a nuestro artista a la lista de los grandes pintores de la ciudad.
LORENZO DÍAZ, Sociólogo, Periodista y Escritor.

 

comentario_2ALMA Y DIGNIDAD

Los pintores de verdad que gozan pintando, y se les nota, acaban logrando que lo que plasman, sea un paisaje urbano, un momento de la naturaleza o un ser humano, compartan su  alma con sus pinceles.

Emilio Fernández-Galiano, que es de Sigüenza (Guadalajara) porque los seguntinos como los de Bilbao nacen donde les da la gana, acaba mezclando  su ojo con el ojo que retrata y por eso le salen tan bien y captan de manera tan sutil al personaje ( y resulta que algunos sean próceres de la patria o parte del paisaje humano de mi tierra, los conozco) porque lo importante del ojo del pintor no es mirar el ojo del de enfrente sino «ver» desde el ojo que le  está mirando a él. Y es entonces cuando a la tela aflora la verdad del personaje.

Pero Emilio logra eso tambien con los paisajes. Porque las piedras y los árboles, aunque algunos se la nieguen, tienen espíritu, tienen alma y tienen dignidad. Y Fernández-Galiano lo siente así  y por eso sus cuadros la tienen.

ANTONIO PÉREZ
HENARES. Escritor y Periodista.

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